Está todo el día con el deporte ¡pregúntale!, ¡pregúntale por cualquier jugador!, vas a ver que sabe en donde juega, ¡no te miento! es así, al frente del tele o leyendo, no ve otra cosa, no le interesa otra cosa.
Cuando se les preguntaba que hacíamos durante el día, esas palabras deben haber estado en cada charla de nuestros padres con sus amigos durante nuestra infancia. No creo que les diera vergüenza, pero si que al volver a las casas, pondrían en tela de juicio si era normal el comportamiento de su hijo.
Desde chicos nos diferenciábamos del resto y no por alguna habilidad en especial, sino por ser extremadamente consumidores de deportes, tanto en la práctica como por los distintos medios en que sentíamos algo relacionado al mismo.
Era esa época, la que algunos añoramos, donde no existían las exigencias, los compromisos, donde no “existían” las mujeres, donde no existía mas nada que lo que el mundo deportivo dictara como necesario para nuestra vida...
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